Los transgénicos no son dañinos

Los transgénicos no son dañinos

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Por Hugo Maguey

El debate sobre los organismos genéticamente modificados (OGM), en particular las plantas transgénicas, ha estado rodeado de controversia y desinformación. Sin embargo, según el Dr. Mario Serrano, investigador del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, estas tecnologías no son una amenaza, sino una herramienta más en la agricultura que, bien regulada, podría aportar beneficios significativos.

Las plantas transgénicas: un fenómeno natural

El Dr. Serrano explica que la transgénesis en plantas no es una invención humana, sino un proceso que ocurre en la naturaleza. Algunas bacterias, como Agrobacterium tumefaciens, insertan fragmentos de ADN en las plantas, modificando su genética de manera natural. Este mecanismo fue descubierto por los científicos Jeff Schell y el mexicano Luis Herrera Estrella, pioneros en la creación de plantas transgénicas para la agricultura moderna.

Beneficios en salud, economía y medio ambiente

Un estudio de la Academia de Ciencias de EE.UU. analizó más de 900 investigaciones sobre transgénicos en las últimas dos décadas, con hallazgos contundentes en tres áreas clave:

  1. Salud humana y animal
    • No hay evidencia de que el consumo de alimentos transgénicos cause problemas de salud.
    • Se ha demostrado que son seguros para humanos y animales.
  2. Impacto económico
    • Los agricultores que usan transgénicos han reportado beneficios económicos, aunque no son la solución única a los problemas del campo.
    • Su uso permite reducir costos en insumos como insecticidas y fertilizantes.
  3. Medio ambiente
    • Las plantas transgénicas han ayudado a reducir el uso de insecticidas, lo que favorece la biodiversidad al proteger a polinizadores como las abejas.
    • También han contribuido a mejorar la eficiencia en el uso de agua y nutrientes.

El problema no es la ciencia, sino la regulación

El Dr. Serrano enfatiza que el debate sobre los transgénicos no debe basarse en el miedo, sino en la ciencia. Señala que el verdadero problema no es su existencia, sino la falta de una regulación adecuada. En México, el uso de transgénicos ha sido bloqueado por razones más políticas y económicas que científicas.

Sobre el maíz transgénico, explica que la preocupación por la contaminación de variedades nativas es válida, pero puede ser mitigada con regulaciones bien diseñadas. Propone permitir su uso en zonas de agricultura intensiva mientras se protege a las variedades criollas en otras regiones.

La paradoja de la insulina: la hipocresía del rechazo a los transgénicos

Uno de los argumentos más interesantes del Dr. Serrano es la hipocresía en torno a los transgénicos. Explica que un producto biotecnológico ampliamente aceptado es la insulina recombinante, que es generada con organismos transgénicos y ha salvado millones de vidas. Sin embargo, cuando la biotecnología se aplica a la agricultura, las reacciones suelen ser de rechazo, aunque los principios científicos son los mismos.

Una herramienta más, no una amenaza

El Dr. Serrano concluye que los transgénicos no son una panacea, pero tampoco un riesgo incontrolable. Son una herramienta más que, bien regulada, podría beneficiar a la agricultura y al medio ambiente. Existen otras tecnologías emergentes, como la edición genética con CRISPR, que permiten modificar plantas sin introducir genes foráneos, pero que también han sido objeto de rechazo sin una evaluación científica adecuada.

Finalmente, el investigador advierte sobre el peligro de tomar decisiones basadas en ideología en lugar de datos. “El problema no es la ciencia, sino la falta de comunicación efectiva. Necesitamos una regulación inteligente, no prohibiciones arbitrarias”, concluye.

¿Afectan la salud?

Numerosos estudios científicos han demostrado que los alimentos transgénicos son seguros para la salud humana y animal. Un análisis de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., basado en más de 900 investigaciones realizadas en los últimos 20 años, concluyó que no existe evidencia de que el consumo de organismos genéticamente modificados (OGM) cause enfermedades o afectaciones a la salud. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) han validado su seguridad, asegurando que los cultivos transgénicos son tan inocuos como los convencionales. A pesar de los mitos difundidos, hasta la fecha no se ha documentado ningún caso de daño a la salud relacionado con el consumo de estos productos.

¿Y la sobreanía alimentaria?

Los cultivos transgénicos no representan una amenaza para la soberanía alimentaria ni para el maíz criollo, siempre que exista una regulación adecuada. La coexistencia entre variedades nativas y cultivos genéticamente modificados es posible mediante medidas como la delimitación de zonas de cultivo y estrategias de bioseguridad. Además, el maíz criollo sigue siendo ampliamente cultivado en México por comunidades campesinas que valoran su diversidad genética y su importancia cultural. La introducción de transgénicos en zonas de alta tecnificación no desplazaría al maíz nativo, porque ambos tipos de cultivo responden a diferentes necesidades agrícolas. De hecho, la verdadera amenaza para la soberanía alimentaria no son los transgénicos, sino la dependencia de importaciones y la falta de apoyos al campo, factores que limitan la producción nacional de alimentos.