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Por Hugo Maguey
El Papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, falleció este lunes 21 de abril de 2025 a los 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano. El deceso fue confirmado por el cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Santa Sede, quien destacó la vida dedicada del pontífice al servicio de Dios y de los más necesitados.
Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita, lideró la Iglesia Católica desde 2013, promoviendo reformas centradas en la inclusión, la justicia social y el cuidado de los marginados. Su salud se había deteriorado en los últimos meses debido a una neumonía bilateral que lo mantuvo hospitalizado durante 37 días.
Con su fallecimiento, se activa el protocolo de “sede vacante”, que incluye la convocatoria de un cónclave para elegir al nuevo pontífice. Este proceso, envuelto en secreto y tradición, suele durar entre 15 y 20 días, aunque puede adelantarse si todos los cardenales electores están presentes en Roma.
En este periodo de transición, es común que surjan especulaciones sobre posibles sucesores. En México, algunos medios ya han comenzado a difundir nombres de prelados nacionales como candidatos al papado. Sin embargo, es importante recordar que tales conjeturas carecen de fundamento sólido y suelen responder más a intereses mediáticos que a realidades eclesiásticas.
La elección de un nuevo papa es un proceso reservado y guiado por el discernimiento espiritual de los cardenales. Históricamente, los nombres de los futuros pontífices no se conocen hasta el momento de su elección. Por ello, se recomienda cautela ante informaciones no verificadas y esperar comunicados oficiales del Vaticano.
El papado de Francisco se vio marcado por su compromiso con los más vulnerables, por ejemplo cuando convirtió el tema migratorio en un eje central de su pontificado. En su primer viaje como papa en 2013, visitó Lampedusa, isla italiana símbolo de la crisis migratoria, donde denunció la “globalización de la indiferencia”.
También impulsó una profunda reforma en la administración del Vaticano, incluyendo la creación del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la reorganización de las finanzas vaticanas. En 2020, publicó nuevas normas para la transparencia en contrataciones y licitaciones, buscando frenar el nepotismo y el uso indebido de fondos.
Y aunque mantuvo la doctrina tradicional, cambió el tono pastoral. En 2013 pronunció una frase histórica: “¿Quién soy yo para juzgar?”, en referencia a personas homosexuales que buscan a Dios. En 2023, autorizó que sacerdotes bendijeran a parejas del mismo sexo, aunque sin equiparar esas uniones al matrimonio.
Repetidamente criticó el “dios dinero”, el capitalismo salvaje y la exclusión social. En múltiples discursos ha sostenido que “esta economía mata”, promoviendo una economía al servicio de la dignidad humana, y fomentó el diálogo con el islam, firmando en 2019 el Documento sobre la Fraternidad Humana con el Gran Imán de Al-Azhar. También visitó Irak en 2021, reuniéndose con el ayatolá chiita Ali al-Sistani, en un gesto inédito de reconciliación interreligiosa.
Mientras la Iglesia Católica se prepara para despedirlo y elegir a su sucesor, el mundo observa el proceso, y los medios, no debemos especular ni sumar a la desinformación.